6/10/08

Inventando las bibliotecas

Somos –según parece- la única especie que ha inventado una memoria que no está almacenada ni en los genes ni en el cerebro. El almacén de esta memoria se llama biblioteca. En la imagen, la biblioteca de Celso, en Éfeso. Un libro se hace a partir de un árbol. Al conjunto de partes planas y flexibles lo llamamos todavía “hojas”. La escritura es quizás el mayor de los inventos humanos, un invento que une personas, gentes de épocas distantes, que nunca se conocieron entre sí. Los libros nos liberan de las ataduras del tiempo y demuestran que el hombre puede hacer cosas mágicas.
La escritura cuneiforme, el antepasado remoto del alfabeto griego –el que ahora usamos nosotros ligeramente modificado-, se inventó en Mesopotamia hace unos 5000 años. Durante miles de años, la escritura se grabó con cincel sobre barro y piedra, se rascó sobre cera y corteza, se pintó sobre papiro, tela y pergamino. Luego, con la invención del papel y de la imprenta, se imprimieron libros por todo el mundo. Poco antes de la invención del tipo móvil, hacia 1450 no había más que unas cuantas docenas de miles de libros en toda Europa, todos escritos a mano: una décima parte de los existentes en la gran Biblioteca de Alejandría. Cincuenta años después, hacia 1500, había diez millones de libros impresos. La cultura se había hecho accesible a cualquiera que supiese leer. La magia estaba por todas partes.Han pasado ya veintitrés siglos desde la fundación de la Biblioteca alejandrina. Si no hubiese libros, ni documentos escritos, esos siglos serían un espacio de tiempo difícilmente salvable y la información que se hubiese podido transmitir enormemente menor.

1 comentario:

Oki dijo...

¡¡¡Precioso!!!!
Mira ti, que cousas tan interesantes nos conta Catalina