18/10/18

15 de outubro: O día das escritoras ou as escritoras do día? Margaret Atwood



Un artigo de Antía Pereira.


Temos a capacidade de dar vida, sabemos facer máis cousas á vez que ninguén. Somos barrendeiras, camioneiras, profesoras, científicas, pintoras, cantantes… Actuamos e sabemos facer calquera papel na interpretación da vida. Somos avóas, nais, fillas e netas. Somos fortes, loitadoras, intelixentes e traballadoras ao mesmo tempo. Falamos, sorrimos e pasámolo ben. Somos serias e eficaces cando é preciso. Sen embargo a nosa historia está marcada por unha enorme discriminación con respecto ao sexo contrario, sexo que nunca demostrou valer máis ca nós.
Por iso, as mulleres tivemos que loitar para ser recoñecidas.
Olympe de Gouges, tivo que redactar “Os dereitos da muller e da cidadá” en 1791 para que unha sociedade que se revelou contra un sistema inxusto non se esquecerá de que as mulleres tamén formaban parte da poboación. Sylvia Pankhurst adicou a súa vida a reclamar o dereito ao voto femenino. Emily Wilding Davin deu a súa vida pola causa que defendía (o sufraxio femenino). Son nomes que deberían ser recordados e aos que se nos paramos a pensar lle debemos moito. Pola situación que vivimos, as mulleres tomamos días como nosos, días para que as nosas obras, os nosos actos e todos os nosos logros luzan como se merecen. 
Por todo isto e con motivo do Día das Escritoras quería falarvos dunha muller que como as mulleres nomeadas anteriormente debe ser coñecida e recordada.

O 1 de setembro de 1939 o mundo era bombardeado polo estalido da 2ª Guerra Mundial. A guerra cambiao todo. As rúas e edificios caen. As mulleres morren. Os homes morren e un pobo non volve a ser o que era.
O 18 de novembro de 1939 nunha gran casa de Canada nacía unha nena que portaría ate o día da súa morte o nome de Margaret Awood. O nacemento cambiao todo. A alegría reina na casa. O home faise pai. A muller faise nai e un fogar non volve ser o que era. 


Margaret foi a terceira dos fillos de Carl Edmund e Margaret Dorothy. Pasou a súa infancia entre Québec, Otawwa e Toronto e os máis apasionantes libros dos irmáns Grimm, novelas de misterio, cómics…

Pouco a pouco amou a lectura, a política, a escritura… e baixo o seu carácter feminista converteuse nunha importante e respetada crítica literaria, activista política e sobretodo novelista.


A artista comezou a escribir con 16 anos e fixo novelas, series, contos… como por exemplo “Pan”. 

Pan foi escrito no S.XX. Naquela época o diñeiro era algo inalcanzable para a maior parte da poboación e o pan era comida de ricos. A autora emprega o conto como un espello da sociedade da 2ª Guerra Mundial. De forma creativa e inusual, fainos extraer toda a información que contén a historia escondida, a través da imaxinación.


En “Pan”, Margarete fainos reflexionar sobre algo tan simple como o pan. Unha simple masa tan común e cotiá que significa tantísimas cousas para a autora. Na primeira historia, invítanos a imaxinar sobre o suculenta que pode  resultar ás veces unha simple miga, untada de manteca, de diferentes formas e sabores. Na segunda, ponse nunha situación completamente diferente. Reflexiona sobre a importancia dos alimentos poñendo de exemplo o máis cotián de todos eles. Nesta historia a protagonista vive un dos calvarios que a humanidade leva sufrindo  dende tempos inmemorables; a fame, peor, a fame que pode  pasar un ser querido sin que ti poidas facer absolutamente nada.  Na seguinte historia utilizao como algo tan valioso como para ser producto dunha chantaxe, fainos  pensar na importancia do mismo nunhas e noutras situacións da vida. Como penúltima historia relátanos unha lenda alemá,  fala da hipocresía de non querer perder nada cando o tes todo para darllo  a alguén que che daría todo inda que non  tivese nada. Ademáis presenta dous tipos de clases sociais da  época. Por último, no párrafo máis fantástico do conto fala do pan como algo imposible e intocable. As historias teñen en común un mesmo elemento como protagonista tratado de diversas maneiras. A escritora xoga e fai que a nosa cabeza vaia mais alá do razonamento.
Recoméndovos este conto para que vos abandonedes a lectura e vos atrevades a imaxinar, para coñecer un pouco máis a unha escritora e artista, que antes de nada, foi muller.



PAN 


Imagina un pedazo de pan. No hace falta imaginarlo, está aquí en la cocina, sobre la tabla del pan, en su bolsa de plástico, junto al cuchillo del pan. Ese cuchillo es uno muy viejo que conseguiste en una subasta, la palabra PAN está tallada en el mango de madera. Abres la bolsa, pliegas el envoltorio hacia atrás, cortas una rebanada. La untas con mantequilla, con mantequilla de cacahuete, después miel, y lo doblas hacia adentro. Un poco de miel se te escurre entre los dedos y la lames con la lengua. Te lleva cerca de un minuto comer el pan. Este pan es negro, pero también hay pan blanco, en el frigorífico, y un poco de pan de centeno de la semana pasada, antes redondo como un estómago lleno, ahora a punto de echarse a perder. De vez en cuando haces pan. Lo ves como algo relajante que puedes elaborar con las manos.





Imagina una hambruna. Ahora imagina un pedazo de pan. Ambas cosas son reales pero tú estás en el mismo cuarto con sólo una de ellas. Ponte en otro cuarto, para eso sirve la mente. Ahora te encuentras sobre un colchón delgado en un cuarto caluroso. Las paredes están hechas de tierra seca, y tu hermana, más joven que tú, está contigo en el cuarto. Tiene mucha hambre, su vientre está hinchado, las moscas se le posan en los ojos, tú las espantas con las manos. Tienes un trapo, sucio pero húmedo, y se lo pones en los labios y en la frente. El pedazo de pan es el mismo pan que has estado guardando desde hace días. Sientes la misma hambre que ella, pero todavía no te sientes tan débil. ¿Cuánto va durar esto? ¿Cuándo vendrá alguien con más pan? Piensas en salir a ver si encuentras algo para comer, pero afuera las calles están infestadas de carroñeros y el hedor de los cuerpos lo llena todo. ¿Deberías compartir el pan o dárselo todo a tu hermana? ¿Deberías comer tú el pedazo de pan? Después de todo, tú tienes una mejor oportunidad de sobrevivir, eres más fuerte. ¿Cuánto tiempo tardarás en decidirlo?





Imagina una prisión. Hay algo que tú conoces, pero que todavía no se lo has contado a nadie. Los controladores de la prisión saben que tú lo sabes y todos los demás también lo saben. Si hablas, treinta o cuarenta o cien de tus amigos, tus compañeros, serán detenidos y morirán. Si te niegas a hablar, esta noche sucederá lo mismo que la noche anterior. Siempre eligen la noche. Sin embargo, no piensas en la noche, sino en el pedazo de pan que te ofrecieron. ¿Cuánto tiempo tardarás en decidirte? El pedazo de pan era negro y fresco y te recordó un rayo de sol que cae sobre un pedazo de madera. 
Te recordó un bol, un bol amarillo que había en tu casa. Contenía manzanas y peras, y estaba sobre una mesa de madera que también recuerdas. No es el hambre o el dolor lo que te está matando sino la ausencia de aquel bol amarillo. Si tan solo pudieras sostener el bol en tus manos, aquí mismo, podrías aguantar lo que sea, te dices a ti mismo. El pan que te ofrecieron es peligroso y traicionero, significa la muerte.



Hubo una vez dos hermanas. Una era rica y no tenía hijos, la otra tenía cinco hijos y era viuda, tan pobre que ya no le quedaba nada de comer. Fue a ver a su hermana y le pidió un pedazo de pan. ‘Mis hijos se están muriendo’, dijo. La hermana rica respondió, ‘No tengo suficiente para mí’, y la echó de su casa. Luego el marido de la hermana rica llegó a su casa y quiso cortar un trozo de pan, pero al hacer el primer corte, brotó sangre roja. Todos sabían lo que eso significaba. Es un cuento maravilloso, un cuento tradicional alemán.







La hogaza de pan que he creado para ti flota unos centímetros por encima de la mesa de la cocina. La mesa es normal, no tiene ninguna trampa.
Un paño azul de cocina flota bajo el pan y no hay hilos que sujeten al techo el paño o el pan ni la mesa al paño; ya lo has comprobado al pasar la mano por debajo y por arriba, y no has tocado el pan. ¿Qué te detuvo? No quieres saber si el pan es real o si es sólo una alucinación que te hice ver.


No existen dudas de que puedes ver el pan, hasta puedes olerlo, huele a levadura, y parece lo bastante sólido, tan sólido como tu propio brazo.
¿Pero puedes confiar en él? ¿Puedes comerlo? No quieres saberlo, imagínalo.


Margaret Awood








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